El pasado domingo, nos despertamos con un nuevo mazazo para el principado de Asturias.
Aunque gracias a Dios no hubo desgracias personales, quizás por un milagro divino, nuevamente nos hemos quedado incomunicados con la meseta debido a un enorme argayo sobre la autopista del Huerna.
La alternativa de comunicación , ahora, es el puerto de pajares, una infraestructura peligrosa y obsoleta que nos retrae a los años 80 y que claramente no está preparada para el tráfico actual.
Son muchas las consecuencias económicas que este aluvión de piedras tendrá sobre nuestra provincia.
Cuando aún estábamos celebrando la comunicación con la meseta por la alta velocidad en tren (AVE) tras 20 años de despropósitos, se nos abre una puerta y se nos cierra otra.
Las repercusiones para esta pequeña provincia que por fin empezaba a sacar la cabeza son entre otras:
1.Repercusiones logísticas
Incremento de costes y tiempos
2.Costes de combustibles y mantenimiento
3.Impacto en la industria asturiana que depende de esa comunicación para exportar e importar materiales.
4.Desabastecimientos y retrasos
5.Disuasión del turismo y sus consecuencias en el turismo y la hostelería
6.Perjuicio para los trabajadores transfronterizos
7.Pérdida de competitividad regional
8.Coste de reparación de la infraestructura e inversión en alternativas de comunicación terrestre
9.Impacto a largo plazo en la economía regional ya que podríamos perder inversiones.
Cuantificando de inmediato algunas de estos puntos, los costes para el transporte son ya de unos 80.000 € diarios, por ejemplo.
Para una infraestructura que soporta un tráfico de más de 6.000 vehículos al día y 3.000 camiones, el puerto de pajares no es una alternativa viable ya que, al margen de su capacidad, su peligrosidad y los fenómenos meteorológicos que a menudo obligan a cortar el paso no la hacen en absoluto operativo. A
Este accidente natural ha descubierto un nuevo riesgo con el que ni remotamente contábamos.
Porque los riesgos, son así, existen, pero no somos conscientes de ellos.