Este año, las empresas han apagado fuegos como nunca. La supervivencia de casi todas ha estado a expensas de su capacidad para sofocar las llamas en los distintos recovecos de su negocio. Porque el material más inflamable de la economía es la incertidumbre y de eso, todas han estado bien servidas.
Hemos vivido un 2022 en una montaña rusa económica. Las cosas cambian rápido, pero este año mucho más. Las empresas dentro de esta incertidumbre han tenido que batallar con muchos aspectos críticos de su negocio, muchos frentes abiertos, muchos fuegos, poco tiempo para reaccionar.
- El precio de la energía
Grandes, medianos, pequeños, han visto sus facturas más que duplicadas en un agente intrínseco a su negocio, con 0 capacidad de maniobra, sólo intentando adaptarse a los vaivenes del mercado. - El precio de las materias primas
Las oscilaciones y los incrementos de este otro agente fundamental en las empresas, han hecho que la preocupación fundamental sea como afrontar esos costes y sobre todo como asegurar su aprovisionamiento. - La inflación
Desbocada en 2022, que es a la vez consecuencia y causa interrelacionada con todas las demás variables. La pescadilla que se muerde la cola. - La financiación.
Es un hecho destacable este año la subida de los tipos de interés. Financiación hay, cada vez menos, pero hay… el problema está en su precio. No es asequible para todos. Si la empresa se tiene que enfrentar a las 3 primeras variables, la cuarta es la que le da capacidad de maniobra para poder resistir a las oscilaciones. - Conflictos Geopolíticos
Nunca estuvo tan de moda esta palabreja. Significa más o menos que todo lo que ocurre en cualquier parte del mundo nos afecta directa ó indirectamente, es el coste de la globalización. Como ejemplos, tenemos la Guerra de Ucrania, la política covid 0 de China, las relaciones con los países del norte de África, entre otros. Aquí somos meros espectadores, con 0 capacidad de influencia. Es un elemento añadido a la incertidumbre global.
Y estamos hablando sólo de elementos económicos, todo esto se puede ver aderezado por otras múltiples variables sociopolíticas que también ponen la guinda al terremoto económico de este año.
En estas circunstancias, el empresario se transforma en bombero. Apagando fuegos constantemente. El tiempo se reparte entre tomar medidas para conseguir rebajar la factura energética, conseguir pagarla, conseguir materias primas en precio y plazo para poder producir, conseguir financiación para seguir adelante y en los 5 minutos que le restan de esta agotadora tarea diaria de conseguidor, rezar para que no aparezca una nueva variable que le vuelva a volcar la cesta. Poco tiempo ó ninguno para poder pensar en estrategias, poco tiempo para calcular riesgos próximos ó futuros, sólo sobrevivir sofocando llamas.
Sin embargo, el mejor plan de prevención de incendios, dentro de toda esta caótica situación, tiene que ser pararse a pensar y decidir sobre aquellos aspectos prevemos puedan ser problemáticos para el 2023. Un buen seguro de crédito, nos evitará problemas y nos liberará de tiempo para poder seguir reaccionando a las nuevas llamas de incertidumbre que sin duda aparecerán en el 2023.
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